Con este repaso pretendemos dar cuenta de nuestra posición. No queremos que ningún desprevenido se sorprenda. Nos parece saludable hacer una intro así porque las relaciones de fuerza en las estructuras de poder cambiaron y la agenda mediática, por ejemplo, está viviendo una disputa que hace décadas no vivía. Esto, entre otras cosas, hace que la opinión pública merodee cierta información y se explaye sobre un extenso abanico de temas. Desde ya, celebramos esta apertura, sin embargo creemos que falta mucho trabajo ya que bajo el amparo de un falso concepto de libertad de expresión que habilita a cada quien a decir lo que quiera, todo pero absolutamente todo se convirtió en objeto de diatriba, de modo tal que los acontecimientos se volvieron relativos, conclusión que llevó a más de uno a decir, porque estamos en democracia, después de una razonable y libre asociación, que Einstein, con su teoría de la relatividad, además de hacer un postulado referido a la física estaba vaticinando el futuro del complejo entramado al que conduciría la semiosis social.
Desde un primer momento supimos que no queríamos rendirle culto a Calamaro. De hecho siempre tratamos de nombrarlo lo menos posible. La idea era buscar una lectura integral. Nos interesa su obra, desde ya, pero valoramos particularmente El Salmón porque entendemos que una obra no es sólo un compilado de canciones, sino también un espacio de confluencia de múltiples factores. En ese sentido rescatamos que Calamaro haya puesto de muy mal humor a la discográfica al entregarle los cinco discos que le habían pedido, con el pequeño detalle de que esos cinco discos fueran una obra de 103 temas hechos en escasos meses y tras un proceso de grabación que, desde ya, nadie esperaba. Por otro lado, claro está, valoramos cuestiones que son, si se quiere, estratégico-anatómicas, como ser, por ejemplo, el hecho de realizar un retrato circunstancial del hombre y su contexto, donde el autor profundiza obsesivamente en cada detalle de su existencia hasta dejar que decante toda la poesía interior.
Calamaro, "Presos de nuestra libertad"
(El video es sólo por el audio. Eviten las imágenes)
El Salmonfest tardó 10 años en madurar, casi lo mismo que nuestra larga adolescencia iniciada en los 90`s. Entonces sí, iniciado este año, con algo de ideas más claras, cierto equilibrio mental para sostener un evento “serio”, y también, claro, con cierta estabilidad económica y algunos pesos de más, nos largamos a nadar, pero por mal que nos pese, no contra la corriente, porque hacer lo mismo en contextos diferentes es lo que lleva a que la historia no sólo se repita como tragedia o como farsa, sino también como cualquier otra cosa que seguro nadie desea.
Cuando se alinearon los planetas empezamos por ir a Radio Atómika. Ahí encontramos un espacio de difusión y de ideas. Ellos tenían un antecedente importante: en 2004 habían dado el puntapié inicial de la saga de eventos salmónicos a través del Salmon Day. Ese día, con la conducción del Cuino Scornik, co-equiper de Calamaro durante la gesta y letrista de varias composiciones del disco, entre ellas el corte de difusión El Salmón, hicieron un programa larguísimo en el cual, entre cada una de las 103 canciones del disco se las ingeniaron para tener charlas, entrevistas, bandas en vivo y contar detalles y anécdotas sobre distintas situaciones concernientes al disco. Dicho acontecimiento fue denominado como “el suicidio comercial”, término que si bien puede sonar revelador, no nos parece justo ya que, por un lado lo vemos como un eslogan inadecuado para describir un hecho puramente humano y artístico, y por otro, no lo creemos cierto por el simple hecho de que el balance económico del disco todavía no se detuvo. Es decir: el disco no se agotó a la semana, pero aún se mantiene en plena vigencia.
La idea que fue tomando forma fue la de hacer un festival de bandas, músicos afines y temas del disco sonando in eternum. En función de eso se empezó a pensar en la plata disponible. A pesar de eso surgió la idea de hacer algo gastando menos de lo que teníamos y arriesgando prácticamente nada. Eso implicaba hablar con algún encargado de un bar y garantizarle un caudal de concurrentes que consumieran sus bebidas. En realidad, eso es lo que se suele hacer, así que enseguida vimos los limitantes: espacio reducido, tiempos acotados para la cantidad de bandas que pensábamos convocar y libertad para decidir qué hacer en el local, tres factores con los que entendimos que sólo puede maniobrar una organización que, a diferencia de nosotros, lleve mucho tiempo en el tema. Por otro lado, pensándolo bien, no nos parecía el marco correcto para quienes pensábamos como nuestros números más fuertes: Ciro Fogliatta y Los Animalitos, con quienes en verdad todavía nos faltaban definir un par de cosas. Ya estaban aseguradas Cheers, Cabeza de Bombay y Martín Bijio. Fue en medio de esas dudas cuando, en vez de esperar que se dieran las condiciones, salimos a buscar los acontecimientos. Así, de un día para otro, alquilamos el Uniclub. No nos importó que el día fuera un domingo. Casualmente, domingo 22 de agosto, el día que nació Calamaro. No teníamos idea qué tenía que ver, pero nos pareció que estaba bien.
Cuestión de estado. El gol contra los ingleses, una boludez
Mientras tanto esperábamos respuesta del Cuino Scornik, a quien habíamos invitado a participar de la forma que le pareciera conveniente. Al principio se mostró reticente, sin embargo después de conversar con Nico Landa, cantante de Los Animalitos, y acordar ensayar algunos temas, nos comunicó, sobre la hora, que iba a participar nada más y nada menos que subiéndose al escenario a cantar. Esa noche brindamos. Las entradas estaban a la venta, el blog relucía el nombre del letrista de El Salmon, teníamos un sonido que estaba como para el monumental, y Prismáticos, una banda de Misiones enterada del evento, estaba viajando hacia Buenos Aires exclusivamente para participar. Pedir más era ser un desagradecido. Lo cierto es que efectivamente tuvimos que soportar algo más: un paquete navideño de Calamaro. Nada y nada menos que una de las portaestudio con la que se grabó el disco y unos cds con 18 temas de la época de composiciones compulsivas que al momento se mantenían inéditos hasta para su propio autor. De hecho, en la carta con la que Calamaro envía su muestra de generosidad, expresa que esos temas fueron seleccionados vía random, con lo cual no es una locura pensar que nunca los haya escuchado.
Hermoso tema que podría llamarse himno de la noche
pero que se llama "De Vampiros". Los Animalitos en el
Salmonfest
De la fiesta en sí misma sólo podemos hablar de cuestiones internas más propias de un reality show o de un stand up de humor. Lo que sí podemos decir es que para nosotros fue gloriosa. Disfrutamos cada segundo. Tanto que todavía no hicimos otra porque sospechamos que no podríamos pasarla tan bien. De todos modos estamos dispuestos y vamos a hacerla, porque creemos en El Salmón, la épica, la rebeldía original, el trabajo y, por sobre todas las cosas, en una especie de justicia que funciona en algún lado y ubica las cosas lejos del alcance de algún tipo de razón que ande dando vueltas. Enormes notas en Tiempo Argentino, Página 12, y un programa de radio dedicado al disco durante una semana estuvieron haciendo algo para estimular esa justicia. Por eso creemos que está bien encaminada la cosa, y esperemos que así continúe. La revolución 2.0 de Calamaro también fue un caso. Sus rabietas twitteras. Sus shows por todo el país ni hablar. La variada y arbitraria elección de temas que hizo en cada presentación también nos parece importante, lo mismo que su poesía tras la muerte de Néstor Kirchner. Incluso creemos que su participación en el festival de Plaza de Mayo en conmemoración de los derechos humanos y la democracia hubiese sido una estocada letal para el sector de conservadores que diseccionan a los seres humanos en compartimentos estancos, es decir, de la misma manera que tienen los condimentos en la alacena.
Calamaro en el teatro Cocomarola, de Corrientes,
interpretando el chamamé "Río Manso"
De todos modos, si bien no tuvimos esa actuación, hubo otra muy importante. Fue hace dos días, el miércoles, a las tres de la tarde, y dentro de la tierra. Precisamente en el hall de la estación de subte Olleros, un espacio público donde suele haber publicidades de máquinas de afeitar, champúes o perfumes. La actuación fue del mismísimo Marcelo Cuino Scornik junto a la banda de músicos con la que se apresta a grabar su segundo disco, el cual posiblemente esté terminado para el mes de abril de este 2011 que nos está acariciando.
Con esta actuación, que en plena jornada laboral contuvo el paso y la sonrisa de 150 personas y le puso ritmo y sorpresa a miles que iban o venían, queda asentado que un espacio público vaciado de sentido puede ser utilizado como escenario para una banda de rock y ofrecer, igualitariamente, sin distinciones de género, edad, estilo y poder adquisitivo, un espectáculo para encontrarse con la comunidad.
Felicidades !!!
Y recuerden las palabras del creador de la bestia:
El Salmón está arriba de todos en la cadena alimentaria